AMFE y los tipos de errores

Si analizamos de forma global el proceso de diseño y desarrollo de cualquier producto, vemos que éste sigue unas fases secuenciales, constantes y comunes, independientemente del tipo de producto desarrollado.

03. Proceso Diseño 2

El proceso comienza cuando, como consecuencia de observar el mercado, de una nueva necesidad o del requerimiento de una evolución o actualización de un sistema ya existente, surge la idea de diseñar y desarrollar un producto.

Desde este instante, y hasta el momento de su puesta en el mercado es decir, hasta que el producto llega al cliente final, el proceso pasa por tres fases claramente diferenciadas: Fase de diseño, Fase de pruebas, testeos y evaluaciones, y Fase de fabricación.

Cuando un producto se pone en el mercado, incluso después de haberse realizado las correspondientes evaluaciones, éste no es perfecto. En un mundo ideal, gracias a las pruebas y testeos realizadas en los prototipos fabricados, se habrán encontrado todos y cada uno de los fallos, errores y desviaciones del diseño inicial, éstos se habrán corregido, se habrán introducido de nuevo en el diseño y se habrá lanzado al mercado, llegando al cliente un producto perfecto tanto a nivel de calidad como a nivel de usabilidad.

Sin embargo, en la vida real esto no es así. En la vida real hay una serie de limitaciones que hacen que los productos que se ponen en el mercado no sean perfectos, entendiendo como perfección esta ausencia total de defectos.

Dicho de otra manera, siempre hay cosas que se quedan en el tintero, fundamentalmente porque nunca se dispondrá de los recursos necesarios en ese mundo ideal. Por ejemplo, recursos humanos, porque nuestro equipo será inferior al que nos gustaría tener; recursos técnicos, bien porque nuestros medios económicos no nos permiten acceder a la tecnología de la que nos gustaría disponer o bien porque la tecnología que tenemos en mente simplemente no está disponible en estos momentos.

Por lo tanto se hace necesario minimizar el número de errores que lleguen al cliente final, lo cual redundaría no solamente en una reducción de costes de garantía, sino también en costes de imagen de marca, puesto que un producto que llegue al cliente de forma imperfecta, con errores de definición, de fabricación o de forma, inducirá a una pérdida de confianza por parte del cliente.

Con todo ello, hay dos formas de evitar que estos errores lleguen al cliente:

1. Corregirlos una vez se hayan producido.

Para ello habrá que corregir los errores en los productos que ya hayan sido entregados a los clientes, corregir los errores de los productos que se tengan en stock, en el almacén y  corregir o introducir las modificaciones necesarias tanto en el diseño como en la línea de producción para que no se vuelvan a producir.

2. Evitar que los errores se produzcan

Esto es, corregir los errores antes de haberlos fabricado, antes de que se conviertan en fallos en manos del cliente, del usuario.

Fácilmente puede verse que la forma preferida es la segunda, es decir, es mejor evitar que se produzcan los errores a tener que corregirlos una vez producidos, puesto que las implicaciones tanto económicas, como temporales y de imagen, son mucho menores, ya que todo error que llega al cliente provoca, como mínimo, insatisfacción.

Dicho de otra forma, todos los esfuerzos dirigidos a prevenir los errores antes de que se produzcan serán más eficaces y tendrán preferencia sobre aquellos dedicados a corregirlos una vez se hayan producido.

Y, ¿cómo conseguir esto? Pues, entre las distintas opciones disponibles, tenemos en AMFE (Análisis Modal de Fallos y Efectos) que, como ya hemos mencionado en un post anterior, hace hincapié en la prevención y eliminación de problemas y riesgos, por encima de la corrección una vez han aparecido.

www.amfe.es

Autor: Manu Alvarez

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