Crisis energética: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo saldremos?
En la última década hemos podido presenciar atónitos cómo el precio de los combustibles fósiles no ha parado de crecer, llegando a aumentar la gasolina un 50% en 4 años. Este incremento en el precio no pasaría de ser más que una anécdota incómoda si se tratase de otro producto más en en mercado, pero el hecho de que actualmente aun no haya aun una alternativa extendida para éste puede convertirlo en un dramático desastre si la tendencia continua, ya que la dependencia de la sociedad actual en este tipo de combustibles es demasiado alta como para poder permitirse pensar en un futuro próximo carente de la misma.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Un poco de historia sobre las fuentes de energía
En mayor o menor medida, el ser humano siempre ha sido dependiente de fuentes de energía externas a él para sobrevivir. Como máquinas que somos en cierto modo, nuestro organismo extrae energía de los alimentos para funcionar. Y no sólo eso, desde que el Homo Erectus aprendió a controlar el fuego, hemos usado la energía de las plantas para calentarnos, defendernos y cocinar. Gracias a la domesticación de los animales de carga, el ser humano ha podido usar su trabajo para hacer las labores pesadas y transportar mercancía. Además, con los molinos de viento y ruedas hidráulicas se podía extraer energía del entorno para ponerla al servicio nuestras necesidades. Todas estas fuentes tradicionales de trabajo y calor han sido usadas durante milenios, pero quedaron desfasadas cuando a finales del Siglo XIIX empezaron a fabricarse las primeras máquinas de vapor modernas, que permitirían ser usadas para realizar tareas automatizadas a un bajo coste nunca visto anteriormente. Siguiendo el mismo camino, en 1804, Richard Trevithick diseñó la primera locomotora, que supuso el nacimiento de los ferrocarriles de vapor, momento a partir del cual el transporte de grandes mercancías dejaría de realizarse mayoritariamente con animales y se empezarían a usar cada vez más combustibles fósiles, primero carbón y posteriormente derivados del petróleo.
Gracias a los combustibles fósiles, en el último siglo hemos sido capaces de mover ingentes cantidades de materiales con un coste de transporte irrisorio. Estos combustibles también han sido ampliamente utilizados en hornos y motores térmicos en las industrias, y por supuesto han servido para producir electricidad a gran escala en centrales termoeléctricas de carbón y de ciclo combinado, lo que en definitiva ha permitido nuestro desarrollo y nos ha llevado a elevar nuestro nivel de vida hasta el de la época actual. Así hemos llegado al Siglo XXI con una dependencia absoluta de este tipo de energía, que no es renovable y contamina demasiado.
La imagen superior muestra de dónde viene la energía que consumimos diariamente, y pone de manifiesto que somos muy dependientes del petróleo, gas natural y carbón. Sin embargo todos sabemos que estos empezarán a escasear algún día, por lo que antes o después deberemos buscar otras fuentes energéticas alternativas. ¿Cuánto tiempo nos queda?
El ocaso de los combustibles fósiles
Si hablamos del petróleo, los expertos coinciden en que estamos llegando al cénit de su curva de extracción. Equiparando el histórico de extracción de petróleo a una función gaussiana, ahora mismo estaríamos cerca de su punto máximo, lo que significa que dentro de 10 o 15 años la cantidad diaria de petróleo extraído empezará a disminuir, y sumando el aumento de la demanda por parte de los países en desarrollo, dará lugar a escasez y a un importante aumento de precios]. Con el resto de combustibles fósiles es previsible que suceda lo mismo, aunque a más largo plazo. Los datos están muy discutidos, pero en general se estima que, al ritmo de consumo actual, quedan entre 60 y 100 años de reservas aseguradas de gas natural y unos 150 años de reservas de carbón. En el caso de que usáramos estos combustibles como sustitutivos del petróleo, las reservas durarían mucho menos tiempo, y en todo caso, el precio de estos combustibles cuando el petróleo escasee es una incertidumbre. De todas formas, el verdadero problema de los combustibles fósiles no es cuántas reservas quedan aun por explotar, sino que emiten demasiado dióxido de carbono y otras sustancias nocivas a la atmósfera como azufre -especialmente el carbón-, por lo que es deseable buscar otras fuentes de energía limpia cuanto antes y no esperar a que se agoten las reservas de forma natural.
¿Qué alternativas tenemos?
Nos guste o no el futuro pasa por dejar de lado los combustibles fósiles. La era de la energía ilimitada está a punto de acabar y el mundo va a tener que buscar soluciones para poder continuar su desarrollo.
Buscando alternativas, la nuclear ofrece una energía relativamente barata y limpia si se controla bien. Respecto a sus combustibles, según algunos expertos quedan varios siglos hasta que el combustible nuclear se agote, pero otros dicen cosas como que “las reservas de uranio-235 fisionable alcanzarán sólo para unas pocas décadas más”. En conclusión, la energía nuclear podrá ser una solución a plazo cuando se desarrolle la tecnología para usar otro tipo de combustibles nucleares, para extraer más energía de los residuos nucleares y/o cuando se desarrolle la fusión nuclear. Esto es algo en lo que se está trabajando, pero de momento es imposible predecir cuándo estarán disponible setas tecnologías.
Descartados los combustibles fósiles y teniendo en cuenta que la energía nuclear actualmente no es capaz abastecer el 100% de la demanda energética mundial (al menos hasta que se desarrollen nuevas tecnologías), la opción que nos queda a medio plazo está en las energías renovables, y a pesar de que actualmente siguen siendo más caras e ineficientes que las demás, les queda todavía un gran camino por recorrer. Para demostrar el potencial de las energías renovables, en la siguiente imagen se muestra el uso actual que se hace de la energía proveniente del Sol. Como se puede comprobar, hoy en día sólo usamos una parte ínfima de la misma, por lo que usando técnicas adecuadas se podría extraer de esta fuente toda la energía demandada en el mundo.
En definitiva…
Hemos nacido en una sociedad donde el derroche era la norma y la energía barata parecía no tener fin, es por esto que mucha gente todavía no quiere ver de que la época de bonanza ha llegado a su fin. Es hora de realizar un cambio de mentalidad y entender de que, nos guste o no, lejos de ser un capricho, hay que empezar a pensar en no derrochar más energía, ser más eficientes e invertir en I+D para desarrollar nuevas tecnologías que nos permitan decir adiós a los combustibles fósiles y salir de la gran crisis energética en la que estamos entrando en estos momentos.